Nuestros orígenes
La Tahona de Pedraza nace un 16 de octubre de 1986, y desde ese momento responde a su nombre: casa en la que se cuece el pan para venderlo al público.
El oficio no me viene de niño, siempre quise ser músico. Procedo de una familia humilde y al dejar los estudios básicos me tuve que poner a trabajar, lo cierto es que mi vocación tiene que ver con un error tipográfico, al acudir a una entrevista donde pedían aprendiz de peletero, la sorpresa fue que, en realidad, ¡el puesto era de pastelero!
Como al fin y al cabo lo que busca era trabajo, probé.
Tras varios años trabajando en una pastelería, el amor me llevó a Pedraza y junto con Jose, mi cuñado, montamos La Tahona. Los conocimientos del trabajo en bollería me permitieron dar el paso a la panadería, que me parecía el hermano pequeño del oficio, pero enseguida me di cuenta de mi equivocación.
La evolución de nuestra panadería artesanal en Almería
En aquellos comienzos únicamente disponíamos de unos armarios pacheco, un horno giratorio super maestro, y una amasadora de 80kg, todo lo demás nuestras manos.
Gracias a las experiencias diarias, las conversaciones con otros panaderos amigos, el interés de aprender y la ilusión, fuimos modificando y adaptando nuestra forma de hacer pan. Hoy en día Jose sigue un camino distinto.
Con los años hemos ido ampliando nuestra oferta de panes, pasando de vender panetes y barras, a 20 tipos distintos de pan. También ha crecido el número de clientes, así como de restaurantes que eligen nuestro pan para sus comensales, brindando al visitante de Pedraza la oportunidad de probar nuestros productos.
Durante estos años no solo nos hemos dedicado al pan y a los bollos, sino que hemos querido que los niños de Pedraza conociesen el oficio, es una pasada ver sus caras de asombro al trabajar la masa y al descubrir el resultado final. Actualmente, en nuestra panadería artesanal en Almería, también trabaja mi mujer, y he conseguido inculcar el oficio de La Tahona a mis hijos, que durante los fines de semana me ayudan a envasar y a hacer pan, lo que me permite desentenderme de vez en cuando.